Renunciar a una promisoria posición en una multinacional automotriz para emprender una travesía a caballo de Buenos Aires a Bariloche -con las opciones vitales que eso implica- bien podría inspirar una road movie, una crónica de viaje o una novela de autoconocimiento. Agustín Mayer, uno de los dos protagonistas de esta historia, logró conjugar en este libro esos tres impulsos: tiene el despliegue visual de una película, la precisión de registro de una crónica y el ritmo narrativo de una novela, incluyendo dramáticos giros en la "trama".
Su formación en Comunicación y su talento literario le permiten al autor hablar de varios viajes contando uno. Hay un viaje de encuentro -o reencuentro- con el niño interior, aquel que dibujaba caballos en los cuadernos que su madre aún conserva. Hay un viaje a la Argentina noble de las "gauchadas" -el país invisible, diría Mallea-. y hay, sobre todo, un viaje en el tiempo: hacia el pasado de aquellas célebres cabalgatas -como la de gato y Mancha-, pero también hacia el futuro del narrador, con estimulantes preguntas y con una potente certeza: nunca más el horizonte comprimido en el fondo de pantalla, nunca más la vocación minimizada.
La sola enumeración poética del último capítulo -una especie de Aleph- justificaría la lectura de este libro. Para merecerla, sin embargo, el lector debe acompañar a los dos amigos -o a los seis- a lo largo de toda la aventura. Su leitmotiv quedará resonando, como una apelación, en todos los que quieren mantener jóvenes los sueños pendientes: vamos, arriba, que el sol no te espera.

Alejandro Tloupakis