Es común que a un escritor le pregunten si lo que escribe es verdad, si le pasó realmente aquello que cuenta. A Tacho todo le pasó. Los cuentos de Tacho son verdad. Son tan verdaderos como la manera en que recordamos los eventos de nuestra vida: nunca son realmente tal como fueron y por eso no dejan de ser verdad. Son una verdad subjetiva, como toda experiencia humana.
Alguien que escribe cuentos, como lo hace Tacho, es antes que nada un observador que puede ver el corazón de las cosas con la precisión de un francotirador. Pero también es alguien que se sabe contradictorio, vulnerable. Ese oficio no se aprende en las academias de letras. Tampoco en cursos de autoayuda. Se aprende de los tipos que parecen perros callejeros, en deportes que no pueden más de brutos, en el amor idealizado, en un ente estatal y burocrático, en el mano a mano con el teclado de la computadora en el silencio de una habitación.
Los escritores como Tacho no buscan premios, los premios son inventos del miedo. Tacho transforma lo que imagina para transformar la imaginación de su público lector.
Tomás de Vedia
Tacho de Vedia nació en San Isidro, en 1954. Desde los ocho años jugó al rugby en el San Isidro Club. Integró el Seleccionado Argentino de Rugby. Luego de su retiro, trabajó como entrenador en varios clubes. En 2017 publicó por este sello el libro de cuentos La sangre es toda mía. Hace tres años incursionó como actor de teatro. Participó en la obra Dinosaurios y en un videoclip. Actualmente se encuentra ensayando otras obras.